Todavía existen lugares en los que percibes la sensación de que es la naturaleza, y no el hombre, la que ha modelado el planeta. Isla Mauricio, es uno de ellos.
Prólogo
De origen volcánico, esta privilegiada extensión de tierra se dilata sin exceder en dimensiones, para la comodidad del viajero, entre las cristalinas y coralinas aguas del Océano Índico. Vecina de Madagascar, forma junto a Reunión, Rodríguez, las Islas Agaleña y el banco de Cargados Carajos, las conocidas Islas Mascareñas. Y a pesar de que las islas se encuentran bastante separadas entre sí, se las considera un arquipiélago, debido a su geología e historia en común.
Pero tal vez, pese a las similitudes, Mauricio tiene detalles especiales que la diferencia del resto de islas y por qué no decirlo, también del planeta, conviertiéndose en un lugar exclusivo para aquellos viajeros que sin buscarlo descubren algo más que una paradisiaca isla de clima tropical.
Ir más allá de lo imaginado, es tan fácil como dejarse llevar por la belleza de sus paisajes, por la sonrisa de sus gentes, pero también por el poder de la imaginación, pues es el lugar perfecto para fantasear cuando la invención puede confundirse con la realidad o cuando la realidad supera cualquier ilusión.
Y es que esta isla africana bien podría ser el maravilloso mundo descrito por Julio Verne en su célebre novela “La Isla Misteriosa”. Elementos no le faltan: ilusorias cascadas marítimas cuyas corrientes parecen engullir el mar a lo más profundo del maravilloso océano; fantásticos animales como el dodo, aunque ya extinguidos, únicos e irrepetibles en ninguna otra parte del planeta; volcanes de los que en vez de lava fluye una cascada de agua de belleza inigualable; jardines botánicos donde sus árboles “sangran”; tierras de siete colores, y tierras de hasta veintitrés tonalidades. ¡Hasta estudios científicos han demostrado que bajo su superficie existe un continente perdido! El cual sería parte del súper continente Gondwana (lo que hoy es África, Sudamérica, la Antártida, India y Australia).
Origenes, descubrimiento e historia de Isla Mauricio.
No es posible comprender la esencia de la isla más multicultural del Océano Índico, sin hacer esta breve mirada al pasado. Podríamos datar el descubrimiento de la isla, aunque no su colonización, en el siglo XV, cuando llegaron a sus costas marineros árabes y malasios.
Por aquellos entonces, en la belleza tropical y salvaje de la isla, convivían en la más relajada intimidad, una riquísima diversidad de fauna, como los gansos de Mauricio, el loro cuervo, que tenía el rostro deformado por una especie de verruga, el rascón rojo, una especie de grulla y por supuesto el dodo, auténtico icono de la isla, gracias a que Lewis Carrol lo inmortalizó en su exitosa novela Alicia en el País de las Maravillas. -(Datos extraídos tras la aparición de un diario escrito en el S.XVII por el soldado holandés Johannes Pretorius)-
El texto de Pretorius describe a estos animales como muy dóciles, los cuales no huían ante la presencia de los humanos, lo que los convirtió en el alimento de los primeros colonos, los holandeses, llegando a su extinción.
Es en esta época, cuando se introduce el cultivo de la caña de azúcar, tan importante desde sus orígenes, hasta la actualidad. Pese a todo, la isla no fue una colonia próspera y fue abandonada.
No tardaron en llegar nuevos colonos, pues tan solo cinco años más tarde se asentó la Compañía Francesa de las Indias Orientales, utilizando la isla como centro de intercambios comerciales. Es en esta época cuando es tomada, tristemente, como punto para la importación de esclavos.
Coincidiendo con las guerras napoleónicas, a comienzos del siglo XIX, la isla pasa a manos de la corona británica en 1810. La nueva soberanía permitió a los franco-mauricianos conservar su lengua, su religión y su sistema legal de corte napoleónico. Y por supuesto continuó con el cultivo de la caña de azúcar, principal fuente de ingresos en la isla.
En 1835 llegó por fin la abolición de la esclavitud. Los esclavos constituían el 70 por ciento de la población, por lo que al liberarse se desencadena una crisis laboral y económica, por falta de mano de obra. Para solucionarlo, los terratenientes deciden introducir en la isla trabajadores procedentes de China, pero sobre todo de India.
Actualidad
En la actualidad, los descendientes de aquellos trabajadores que llegaron contratados a la isla, forman la mayor parte de la población mauriciana.
No es hasta el 12 de Marzo de 1992 cuando por fin se proclama como República Democrática Independiente. Aunque la mayor parte de la población es hindú, conviven ciudadanos de diferentes descendencias. De India, África (principalmente de Madagascar), Francia, Inglaterra, China y otros lugares.
Por todo ello, no es difícil ni resulta extraño encontrar edificios con arquitecturas tan diferentes en colores y diseños como dispares sus simbolismos: pagodas chinas, templos hindúes y tamiles, mezquitas, iglesias católicas, y edificios coloniales.
Si a estas alturas no has caído cautivado ante tanta variedad cromática de belleza multicultural, serán los colores del Índico los que te hechizarán. La bravura del oleaje, que azota con fuerza por los continuos vientos del océano, es adormecida cuando choca contra el arrecife de coral que rodea y protege toda la isla. De esta forma en la línea de costa queda una “laguna” serena, de tonalidades indescriptibles que se renuevan ante cada parpadeo y se intensifican poderosamente con los rayos del sol.
O tal vez lo que te deje sin palabras sea su exuberante naturaleza de volcanes infinitos, abruptas montañas, tierras de múltiples colores, frondosa y variada vegetación y algunas especies de animales únicas (características del sur de África) como las tortugas gigantes.
Todo ello es isla Mauricio, la sencillez de un conglomerado de mundos paralelos, tan diferentes entre sí como complementarios, que le dan carácter a esta joya del índico.
Nuestra experiencia
Para desnudar la isla ante nuestros ojos, realizamos tres rutas que, al menos las dos primeras, consideramos básicas y que desarrollaremos próximamente.
Dios creó primero Mauricio y después el cielo.Mark Twain