No hay nada más gratificante que dejarte llevar por tus sensaciones. Aunque ha pasado casi una década desde nuestro primer viaje a Riviera Maya, recuerdo como si fuera ayer, la palpitación que percibí sobrevolando el extenso y frondoso territorio de la Jungla Maya. Sentí que a este lugar tenía que volver.
Otro momento que aumentó mi pulsación, fue cuando visité Azulik. Contemplando esa jungla, que ya nos había impresionado anteriormente, nos dijimos que si alguna vez teníamos la oportunidad, retornaríamos como huéspedes de este lugar.
Siendo cómplices, ambos, de este deseo de regresar, nos dejamos llevar por nuestras sensaciones y decidimos volver al origen de ese anhelo.
Sobre Azulik
El nombre de Azulik hace alusión al color del mar (Azul) y al viento (-Ik en maya). Su fundador, Eduardo Neira, también conocido como Roth, ha creado un espacio único que invita a los huéspedes a reconectar con la naturaleza y consigo mismos, con la intención de habitar el mundo sin destruirlo.
En su propósito de respeto por el entorno, no se han talado árboles. Es por ello que su edificación es laberíntica, recurriendo a pasarelas elevadas de madera que respetan la vegetación del terreno, así como los cauces de agua naturales de cenotes milenarios que circulan por su suelo.
En su construcción ha utilizado materiales orgánicos y locales como madera, piedra y palapa, lo que le da un aspecto rústico pero al mismo muy refinado y cuidado en los detalles.
La decoración se basa en la simplicidad y la armonía con el entorno, con mobiliario hecho a mano por artesanos locales. Telas y tapicerías de tonos neutros y tejidos tradicionales de macramé. Solo destaca el color de los mosaicos artesanales de algunas piezas. Ancestralidad, lujo, arte y buen gusto van de la mano.
Los techos de paja y diseños abiertos permiten que el viento, la lluvia, la luz natural y la iluminación de las velas, fluyan libremente honrando los cuatro elementos que dan origen a la vida: aire, agua, fuego y tierra.
El significado de Azulik va más allá de ser sólo un hotel, es un santuario para aquellos que buscan escapar del ajetreo de la vida cotidiana y sumergirse en la paz y la tranquilidad que ofrece la jungla maya. Su concepto Adults Only contribuye a mantener ese refugio de serenidad. Una experiencia sensorial y espiritual única.
Pero como miembros de esta tribu ancestral, ilusoria en el siglo XXI, sin luz eléctrica, sin televisión, sin mesitas de noche en las habitaciones, sin aire acondicionado en los restaurantes… ¿se puede realmente disfrutar? Os demostramos que sí, se puede y mucho.
Nuestra Experiencia Azulik
Aquí estamos, en el tan soñado kilómetro 5, en la carretera de la zona hotelera de Tulum, a las puertas de Azulik. Franqueamos la entrada, que entre árboles, nos da acceso a la recepción del hotel. Nos reciben con tanta calidez que sentimos una vibración especial, ya somos parte de esta tribu.
Un “Ángel” (así se llaman los chicos y chicas que están en el departamento de Guest Experience Manager para ayudarnos en cualquier momento) nos da la bienvenida y nos invita a realizar un pequeño ritual maya de purificación. Nos descalzamos, como símbolo de conexión con la tierra que habitamos, cerramos los ojos y cogidos de la mano, nos sentimos envueltos por el humo que emana de un quemador de copal y por sonidos de diferente intensidad. Ritual que utilizaban los antiguos mayas para alejar las malas energías.
Mi sensación es muy agradable, de paz y sosiego, nada que ver con la de Neizell que casi se ahoga con el humo (necesita purificarse más a menudo, jajaja).
Nos invitan a permanecer descalzos y aunque nos gusta recordar esta agradable sensación de lujo descalzo que ya pudimos experimentar en Maldivas, otro paraíso natural, el sendero de troncos no nos resulta cómodo y preferimos avanzar con calzado.
El check-in es a las 15.00, como hemos llegado bastante antes, nos toca esperar hasta disponer de nuestra habitación. Aprovechamos para perdernos entre su jungla.
Es en este momento, caminando sin rumbo, cuando realmente sentimos el cuidado que ha habido por la naturaleza. En total intimidad, acompañados tan sólo con el sonido de los pájaros y la silenciosa presencia de los mosquitos, vamos disfrutando verdaderamente del entorno.
A nuestro paso nos encontramos con filtraciones de agua en la tierra, con pequeños riachuelos, con cabañitas (villas)… Tengo la sensación de retroceder a épocas precolombinas, en el que las viviendas eran pequeñas palapas de madera, no había avances tecnológicos, y los pobladores dominaban el fuego y los rituales sanadores de chamanes.
Realmente, no difiere mi percepción del concepto de biominesis (construir en la naturaleza sin destruirla) que caracteriza a Azulik. Sin saber, al menos yo, cómo hemos llegado a la parte tal vez más alejada de recepción, encontramos la “cabaña de sudor” o choza donde se realiza el ritual maya del temazcal (Ver post). Área que queda junto al Spa.
Haciendo una pausa en nuestra exploración, volvemos a recepción. Desde aquí nos acompañan a nuestra villa. Son innumerables las emociones y recuerdos que se me acumulan a la hora de transmitir nuestra vivencia tras la puerta de la villa 27, por lo que merece un artículo en exclusiva que puedes leer pinchando aquí.
Villas Azulik
El hotel tiene 48 villas nombradas en torno a los cuatro elementos, mencionados anteriormente (mar, cielo, agua, luna), a los que hace homenaje. De diferente ubicación, concepto, categoría y precio. Según la descripción del hotel estas serían las principales características:
Jungle Villa, Mayan Villa y Aztec Villa
Son las villas que quedan al interior de la jungla. Es la opción más económica, habiendo pequeñas diferencias entre ellas. Pensadas para experimentar y conectar directamente con la jungla maya.
Sea Villa
Queda en la línea de costa sobre el acantilado, donde las olas del Caribe rompen armoniosamente.
Sky Villa
Está situada, a un nivel superior a la Sea Villa y proporciona una experiencia armoniosa con vistas de las estrellas desde su terraza privada. Esta fue nuestra elección.
Moon Villa
En honor a la luna. Tiene varios niveles y es la más cercana al beach club.
Aqua Villa
La conexión con el agua es su principal característica, pues ésta recorre el interior de la villa y tiene acceso directo al mar, en el extremo opuesto a la anterior. Queda al lado del Spa. Es la más exclusiva.
Sunset
Cada tarde asistimos a nuestra cita de despedida del astro solar, para posteriormente irnos a cenar.
El icónico atardecer de Azulik, puede contemplarse desde el “Mirador” o desde el nido “La Copa del Pintor” (que estaba cerrado).
Un DJ selecciona ritmos muy acertados para que el ambiente sea perfecto y muy agradable mientras tomas un cóctel, un refresco o simplemente contemplas este momento tan bonito del día.
Restaurantes
Azulik dispone de una oferta gastronómica variada. Atención y gastronomía excelente en todos ellos.
Se puede hacer reserva en cada uno de ellos, aun no siendo huésped, teniendo en cuenta que siguiendo con la política de admisión del hotel, sólo se permite el acceso de adultos.
Tanto Kin Toh, como Tseen Ja, ofrecen la posibilidad de reservar un nido privado si deseas disfrutar de un ambiente más íntimo.
Kin Toh
Con un código de vestimenta Smart Casual, el restaurante Kin Toh ofrece servicio de desayuno, comida y cena. Se caracteriza por ofrecer elaboraciones con productos locales recuperando la tradición de los antepasados mexicanos en fusión con las técnicas más internacionales. Elaboraciones muy sabrosas y una atención por parte de todo el personal impecable.
Lo más representativo, tal vez sea, la red de hilos suspendidos sobre la jungla, en la que puedes degustar un delicioso cóctel. En mi caso, por problemas intestinales (es muy habitual que ocurra), un agua con limón y ágave, que con esta ambientación, me sabía a Gloria.
También dispone de una bodega, con una selección muy exclusiva y cuidada de vinos, en la que se puede disfrutar de una cata y degustación.
Tseen Ja
Con un código de vestimenta Smart Casual, ofrece servicio exclusivamente de cena con una carta variada de entradas, sashimis, nigiris, hosomakis, hibachis, uramakis, platos especiales y postres.
Tiene dos puertas de acceso, una que da al exterior del hotel y otra, más impresionante, cruzando un puente colgante a 60 metros de altura, por la que lógicamente pasamos.
Caminando sobre este puente, ya tenemos sensaciones y momentos que se convertirán en recuerdos especiales.
Al llegar, nos estaban esperando para abrirnos paso hacia el Nido Agua, dónde íbamos a tener nuestra degustación gastronómica. Una privada mesa en el centro de un pequeño lago, con la selva y el Mar Caribe de fondo.
Mantli
En una ubicación que no esperas, ni puedes encontrar si no son sus ángeles los que te llevan, está Mantli. Un espacio en el que experimentar una degustación de mezcal adquiriendo conocimiento sobre el territorio de Oaxaca, la planta de Mezcal y el ritual de beber esta bebida mágica, casi medicinal para los mayas o simplemente algún cócktail en su bien cuidada ambientación de local típico mezcalero.
En este caso, fue Neizel quien realizó la degustación de mezcal con la que podéis deleitaros leyendo su artículo.
Jungle Cuisine
En otra ubicación diferente a la que nos encontramos, tras la visita al museo Sferik Uh May, en el interior de la jungla maya, se puede disfrutar del concepto gastronómico de Jungle Cuisine.
Cada plato es una obra de arte única. Diseñan la vajilla hecha a mano inspirada en la naturaleza reproduciendo el entorno natural en cada detalle.
Imix Beach Club
La arquitectura y el diseño del beach club es muy cuidado y está inspirado en el legado maya. Artesanía de macramé, maderas, algunas camas balinesas redondas e incluso redes para tomar el sol desde las alturas.
Todas las tardes, un DJ ameniza este trocito de mar Caribe. Hay servicio de restaurante, pero nosotros solamente degustamos un cóctel.
La playa es prácticamente privada, pues está escoltada y limitada por acantilados. Sin embargo, si hablamos del mar, no podemos hacer grandes elogios. El problema del sargazo impedía un baño agradable. Al igual que casi toda la costa que recorrimos por la zona. Esto ya lo sospechábamos, por ello no nos desilusionó ni nos impidió disfrutar del entorno.
Museo Sfer Ik
En una esférica puerta de entrada, justo al lado de la entrada principal a Azulik, se encuentra el museo Sfer Ik.
Es un espacio que combina arte, naturaleza y sostenibiidad. Su diseño único, con estructuras ondeantes como el viento, que se integran en el entorno natural, crea un ambiente mágico y envolvente.
Pero el más impactante es el museo Sfer Ik Uh May. Tal vez menos conocido por encontrarse a 30 minutos del pueblo de Tulum, en el corazón de la jungla maya. Creatividad y sostenibilidad que nos dejaron sin palabras. Es aquí donde se puede degustar la gastronomía de Jungle Cuisine.
Boutique
La boutique Anikena es un templo para la moda. ¡No he visto tienda más bonita! Como si a una cueva, con poca iluminación, te adentraras, cada pasito te conduce a un espacio diferente en el que se combina la moda artesanal local de la marca Anikena y otras marcas internacionales. También joyería, bisutería y artesanía de cerámica elaborada en aldeas vecinas por artesanos locales.
Aquí puedes hacerte con alguna de las vajillas o menaje que se utiliza en los restaurantes del hotel. Son extraordinariamente bonitas, a la par que su elevado precio.
Azulik. ¿Ha merecido la pena?
Nuestra estancia en Azulik ha sido una experiencia muy especial. Dejarnos llevar por la palpitación que nos ha hecho regresar aquí, ha cerrado un ciclo, un anhelo, una ilusión pendiente y nos ha hecho sumamente felices.
La combinación de arte y naturaleza de una manera única, con tanto mimo y gusto en el detalle, nos ha hecho sentir y conectar con una sensación de calma y bienestar sensacional.
Los sonidos de la jungla, el susurro del oleaje del mar, el olor a lluvia tras las breves tormentas tropicales, los intensos colores del amanecer, la tenue luz de las velas al anochecer, las experiencias que podemos contar, las que no… Todo ha sido increíble.
¡GRACIAS por tanto!
El corazón de la jungla late al ritmo de la naturaleza, una melodía ancestral que sólo unos pocos logran escuchar.En el Corazón de la Jungla