Altea, pueblo blanco de calles encaladas. Lugar con un encanto especial para dejarte hechizar con su belleza y disfrutar de sus mágicas posibilidades.
No es de extrañar que haya sido considerada como una de las localidades más bonitas de la Costa Blanca. Vamos a corroborar esta afirmación descubriendo las opciones que nos ofrece.
Puedes encontrar una amplia oferta de ocio en cualquier punto de su privilegiada geografía mediterránea.
Destacan dos puertos, uno pesquero y otro, deportivo, conocido como Club Náutico de Altea. Éste último arropado por un peculiar acantilado donde además de unas vistas increíbles te ofrece una oferta culinaria variada. Tras un agradable paseo hicimos parada para comer en el restaurante Marina Greenwich.
El paseo marítimo, se prolonga desde el puerto hasta el antiguo pueblo de pescadores, y encontrarás a tu paso multitud de cafeterías, restaurantes, tiendas, y un tradicional y concurrido mercadillo artesanal.
A lo largo de la costa podrás descubrir multitud de playas y calas, de blancos cantos rodados, que con la intensa luz del sol, intensifican la claridad de sus orillas. A su vez, su cristalinas aguas, invitan a sumergirte en un refrescante baño.
Pero la imagen que a todos nos viene a la mente cuando hablamos de Altea, es la típica imagen de postal, de estrechas callecitas blancas, con vistas al mar. Sin duda merece la pena perderte por su casco antiguo en busca de esta perspectiva de ensueño y quedarte unos minutos contemplando su singular belleza.
Tal vez el embrujo de sus calles haya sido el causante de que Altea se haya convertido en multitud de ocasiones, en refugio de artistas. Sabemos que Rafael Alberti, Marisol, Sergio Dálma, entre otros, han paseado por sus calles en busca de calma, o quizás en busca de inspiración.
Y es que a pesar de su pequeño tamaño, cada rinconcito es único y muy cuidado.
El lugar que más me gustó, muy cerca a la plaza de la Iglesia es «Carrer San Miguel». Toda una calle dedicada a la moda.
Tiendas de ropa, complementos, calzado, artesanía, joyerías y pequeñas boutiques te esperan a lo largo de toda la calle. No podrás resistir la tentación de entrar a cada una de ellas.
El horario de apertura es muy amplio. En verano (desconozco si en invierno es igual), la gran mayoría de tiendas cierra sus puertas a las 24.00. Por lo que no tendrás excusa para que, antes o después, de haber disfrutado de la gastronomía del lugar, hacer una parada para tus compras.
En relación al precio, puedes encontrar prendas desde 15 euros, aunque también otras con tejidos y diseños más exclusivos, con un precio algo más elevado, sin llegar a ser excesivo. Todas los productos con diseños muy bonitos, diferentes, originales y con la última tendencia como protagonista.
Una decoración exquisita, muy chic, tanto en exterior como en interior, hará que te sientas muy cómoda para disfrutar con tus compras.
Si hablamos de gastronomía, encontrarás una amplia oferta. Multitud de locales, tan variados en precio y sabores como te puedas imaginar. Terrazas con vistas al mar, locales de tapas y comida rápida e impresionantes restaurantes románticos de cocina muy elaborada y cuidada. Es recomendable hacer reserva previa.
Pudimos disfrutar del afamado y concurrido Restaurante Es Castell. Deliciosas pizzas en horno de leña, son la base y reclamo de su cocina. Sabores únicos en un entorno privilegiado.
La última noche, pasamos una velada muy romántica en el Restaurante Oustau. Gastronomía cuidada, en un mágico entorno, que intensifica y potencia la experiencia.
La oferta hotelera también es muy variada. En nuestro caso, buscamos tranquilidad y elegimos «El jardín de los sentidos«. Una tetería y hotel rural, a muy pocos minutos del pueblo. Un lugar que debes visitar, ya sea para hospedarte o para conocer sus jardines y disfrutar de su delicioso té en un ambiente único.
Estas son sólo algunas de las posibilidades que ofrece Altea. ¿Te animas a descubrirla?
Altea, un pequeño gran entramado de blanca belleza.Selema