En la zona de restauración del complejo Trips Summer Club de la Manga (Cabo de Palos), se encuentra el nuevo concepto del Chef David López Carreño, que tras su restaurante Local de Ensayo, galardonado recientemente con un Sol Repsol 2021, sorprende con Ajo y Agua Restaurante, un local que sorprende por su frescura desenfadada y fuera de todo protocolo de mesa y mantel. Aún no hace tres meses de su inauguración y tiene toda la pinta de ser, si no lo es ya, el bombazo del verano 2021.
Nos encontramos con un local amplio y abierto, con 3 zonas perfectamente delimitadas. Destaca la decoración en maderas blancas y suaves junto con la gran cantidad de vegetación que envuelve el local y que ayuda a darle aún más esa frescura y esa deliciosa percepción de estar en el típico chiringuito de playa paradisíaca. A esto, hay que añadir los pequeños detalles que nos evocan a los años 60-70 durante el movimiento hippie, tales como esa Vespa a la entrada o ese recibidor con el frontal de la mítica furgoneta Volkswagen T1. Detalles que me han trasladado por un momento a nuestros últimos viajes de Ibiza y Formentera.
Teníamos reserva para 13:30h, un horario muy temprano para estas latitudes, he de reconocer, pero hemos pensado que a esta hora el local estaría más tranquilo de comensales y esta situación nos daría la ventaja de poder fotografiar detalles del local sin molestar a otros clientes y así mismo de disfrutar de una velada más amplia.
Para nuestra sorpresa, nos adelantamos a nuestra hora prevista 30 minutos, esto hace que cuando llegamos, nos encontramos en plena preparación de mesas. Como es lógico, esperamos hasta que llega la hora establecida de la reserva y muy educadamente y siempre con una sonrisa en la cara (aunque todos llevan mascarilla, se percibe perfectamente) nos indican que la mesa está preparada y nos acompañan hasta ella. Gracias David por esa cervecita bien fresca mientras esperamos. Detalles así dicen mucho de un establecimiento y sobre todo de quién lo regenta.
La carta, no muy amplia, pero sí muy variada, se compone de 14 entrantes, 8 termines y 4 postres. Cantidades más que suficientes para que encuentres ese plato a tu gusto. Un detalle a tener en cuenta es que no se ofrece carta, sino que a través del móvil has de entrar a la web y verla online. En este sentido quiero pensar que se debe a la actual situación COVID por la que estamos pasando, pero entiendo que tendrán alguna impresa por si algún comensal decide disfrutar de una velada «desconectado» del actual mundo cibernético que nos engulle.
Para leer + tarde
Un detalle que pasa desapercibido, pero que me ha gustado y enorgullecido enormemente como murciano, es el distintivo «Espiga Dorada», galardonado por la DOP Arroz de Calasparra, como restaurante que utiliza en sus elaboraciones dicho «oro blanco».
Una vez ojeada la carta, nos disponemos a pasar a la acción. De primeras comenzamos con una Ijada de Atún tocada con Brasas al momento y Salsa Ponzu. Una delicia. Me ha gustado mucho el regusto a ahumado que deja la brasa sin quitarle la esencia del mismo atún.
A continuación, y ya que nos encantan, pasamos a una combinación de 2 Ostras francesas al Natural junto con otras 2 Ostras a la Brasa con salsa Chamoy. Aquí, en esta elección, sobre gustos colores, si eres un amante de las ostras qué te voy a contar que no sepas ya, una auténtica delicia. Carnosas y de un calibre, que me atrevería a aventurar del Nº2 al menos, pues dado su tamaño, no andaré muy equivocado.
En mi degustación particular, he comenzado primeramente con las de la brasa y la salsa (maravillosas, vuelve ese regusto a ahumado) para terminar con las «al natural» y así poder disfrutar de ese sabor a mar que te explota en la boca y que no deseas que se termine nunca. Y si hablamos de sabor a mar, que mejor que un Albariño Rías Baixas para acompañarlas.
Por último y para terminar nuestros entrantes, nos decantamos por una Hueva de Mújol y Bonito hechos en casa con gelatina de Tomate y Almendras Marconas. Impresionante. Soy devoto de la hueva de mújol y he probado muchas… y exquisitas en su mayoría, pero como esta de hoy… jamás. Trozos bien cortados y generosos en grosor, una delicia en boca que se deshace nada más probarla. Un sabor intenso pero sin llegar a ser excesivo. De lo mejor. El bonito buenísimo, para nada salado y muy tierno que casa estupendamente con la gelatina de tomate.
Y para finalizar otro plato de mar… el Gazpacho marinero. ¿Qué queréis que os diga? Broche de Oro para terminar. ¡Plato del verano y del año! Increíble. David se corona con esta sensacional elaboración donde fusiona uno de los platos más típicos de su tierra natal, el Gazpacho Manchego, con el mar.
Haciendo alarde de su creatividad, nos sorprende con la inclusión, junto con un fondo exquisito de sabor a mar, muy bien potenciado, de la torta cenceña, la gamba roja y el ala de raya haciendo de ellos como si estos fueran los ingredientes fetiches de tan tradicional plato manchego y no el conejo y/o el pollo. Sin palabras.
De postre compartimos un Carpaccio de Piña, Gel de Lima, Cilantro y Helado de Coco. Muy bueno. Me encantó la forma de corte de piña, muy finita y ese toque fresco que le aporta el cilantro junto con el helado. Un postre muy acorde a los tiempos que llegan de calor pues no terminas con esa sensación de empacho que pueden aportar otro tipo de postres más contundentes.
Una velada magnífica. David ha conseguido trasladar el espíritu del chiringuito de playa sin elevados aspavientos en carta, cosa que es de agradecer, al menos en mi opinión. Hay que saber separar conceptos para cada espacio y aquel que quiera «otra cosa» que se acerque por su local de Puente Tocinos.