Oía es el pueblo más conocido, fotografiado y deseado de Santorini. Ubicado en el extremo norte de la media luna destaca por sus cúpulas azules y sus casitas blancas colgadas literalmente del acantilado del cráter del volcán que originó la isla.
Es temporada alta y esto es sinónimo de muchos turistas a la caza de las mismas postales idílicas. Para nosotros si hay aglomeraciones no hay belleza, por lo que optamos por acompañar al amanecer en nuestros primeros pasos por Oia.
Blue Dormed Church
Nos detenemos en el callejón de peldaños pronunciados, cúpulas azules e iglesia sonrosada, que reposa sobre este abismo, con vistas al azul índigo del Egeo. Tal vez el lugar más fotografiado de Santorini. El contraste de colores, al amanecer, es brutal. Las vistas una locura, como en toda la isla. Es muy fácil llegar desde la calle principal que recorre Oia.
Un truco para tomar fotos con buena perspectiva: el fotografiado empieza parado en el cuarto escalón, y va bajando pegado al muro despacito. (Lo escuché a un fotógrafo profesional que había justo delante de nosotros, jeje).
Iglesia Panagia Akathistos Hymn
Esta icónica iglesia es considerada un símbolo de la tradición ortodoxa griega y ha sido lugar importante de culto durante siglos. Una plaza amplia y una iglesia en la que además de la característica cúpula azul destaca su torre de seis campanas. En el interior se pueden contemplar hermosas pinturas icónicas que representan escenas religiosas, sin embargo, como casi todas las iglesias, no está abierto al público en general.
Callecitas de Oia
En ese entramado de belleza amontonada, de casas encaladas edificadas unas encima de las otras y callejuelas imposibles, vas encontrando puntos muy bonitos para detenerte a contemplar.
Es muy agradable pasear despacito y disfrutar con las vistas a la caldera pero también merece la pena adentrarnos, sin prisa, al interior. El pueblo es muy pintoresco, sus calles, sus puertas, sus tiendas, sus restaurantes…
Pasear entre las callecitas de Oia a primera hora de la mañana es un espectáculo, tanto por aquellas que tienen vista privilegiada hacia el Egeo, como aquellas que quedan al interior.
La construcciones típicas de Santorini tienen una belleza y un encanto único en el mundo: callecitas estrechas, alargadas, algunas laberínticas; fachadas encaladas de un blanco impoluto, otras pintadas de colores tierra, azules, amarillos o rojizos; los tejados con forma de cúpula, las pequeñas ventanas de sus fachadas y las puertas de madera tan pintorescas que dan ganas de cruzar su umbral hacia el interior.
Culmina esta estampa de postal con los gatitos o perros que descansan plácidamente en los escalones de las viviendas, impasibles, más que acostumbrados al transitar de la gente.
También son muy bonitas las tiendas de ropa o recuerdos. Aunque para hacer alguna compra, a no ser que os encaprichéis de algún producto, os aconsejamos hacerlas en Fira que los precios son más económicos.
Desayuno Restaurante Karma
Caminando varios pasos, no muchos, llegamos al que bien podría ser el auténtico «Jardín del Edén», el restaurante Karma.
Este tradicional restaurante ubicado en un precioso patio griego, reúne todos los requisitos para serlo. Un ambiente agradable, bonita decoración en la que la vegetación cobra todo el protagonismo. Su pequeña fuente pone la guinda del pastel.
Nos sentamos en una de las mesitas pintadas de un verde relajado y degustamos un delicioso desayuno griego. No hemos mordido la manzana, la tentación ha sido mucho mayor.
Es un buen lugar para desayunar, comer, o cenar. Los precios no están disparados (por el momento) y la comida es fabulosa.
Castillo de Oia
Con el estómago satisfecho, subimos al Castillo de Oia, o más bien a los restos de lo que en su época fue el castillo mejor fortificado de la época, ya que tenía la labor de proteger los puertos tan importantes de la Bahía.
Las vistas desde aquí son muy bonitas, sobre sus muros, al este se contempla la típica estampa de Santorini, de casitas blancas escalonadas sobre la roca volcánica, con la silueta de los típicos molinos de viento al fondo de esta estampa de postal.
Al oeste se ve el abismo del Egeo, por donde cae el sol al atardecer. Este lugar se ha convertido en el lugar más visitado para contemplar el atardecer. Si decides disfrutar del momento, debes saber que es conveniente llegar con antelación a la puesta de sol, pues si hiciéramos recuento de visitantes, puede que hayan más personas que el número total de casitas que se contemplan.
Kastro Oia House
A pocos pasos del castillo llegamos a Kastro Oia House, famoso alojamiento conocido por sus impresionantes vistas al mar y su arquitectura tradicional de las Cícladas. Muy solicitado también por los flashes de los turistas. Su color tierra contrasta con el blanco del resto de casitas. Una parada rápida y seguimos la ruta hacia la Bahía de Ammoudi.
Bahía de Ammoudi
La bajada y subida a la Bahía de Ammoudi puede hacerse en coche, por un trayecto alternativo, o recorriendo los trescientos peldaños a pie. En esta zona están los burros que llevan a su lomo a pasajeros que no resisten el “esfuerzo” de la subida. Por supuesto, no lo recomendamos, nos dio mucha pena ver la explotación y circunstancias en las que están estos animales. No quisimos ni hacer una foto.
La bajada no es tan idílica como se puede ver en las fotos, los excrementos de burro y el olor puede no ser muy agradable. Así que si piensas que te vas a cansar o estar incómodo por el olor, mejor elige la ruta alternativa en vehículo (Los restaurantes pueden gestionar un taxi).
Nosotros íbamos sin prisa y no nos supuso ningún serio problema, ni la bajada, ni la subida a pie. La motivación de pensar en los manjares que íbamos a degustar a nuestra llegada, en el mejor restaurante de la bahía, era lo suficientemente convincente, jajaja.
Una vez llegamos a nivel del mar, damos un paseo por la Bahía, disfrutando de las tonalidades del agua y de su contraste con las rocas volcánicas de tamaños gigantescos que se encuentran en las zonas más alejadas. Posiblemente causadas por desprendimientos, por lo que no nos adentramos mucho en el camino.
La mañana ha sido intensa. Es momento de relajarnos en el que para nosotros es el mejor restaurante de la Bahía, el restaurante Ammoudi Fish Tavern. Restaurante de cocina griega y mediterránea con unas vistas de escándalo a los casi 300 metros de acantilado que elevan a Oia. Blancos, rojos, negros, azules turquesas… todos los colores se entremezclan en una imagen de postal.
¡La comida deliciosa! ¡El servicio amabilísimo! ¡El entorno idílico!
Librería Atlantis
Teníamos previsto volver a las calles de Oía antes de irnos al hotel a descansar, para ver la famosa librería Atlantis, que habíamos leído que abría a partir de las 14.00. La encontramos cerrada. Volvimos otro día en otro horario de tarde y también lo estaba. Parece ser que en verano no tienen un horario regular, o permanece cerrada la mayoría de los días. Si estáis muy interesados, en su web indica que se les puede consultar sobre la apertura.
Vuelta a Imerovigli. Hotel y alrededores
El calor empieza a ser sofocante, y la masificación por las callecitas empedradas de Oia también.
Es el momento perfecto para descansar y disfrutar de las instalaciones de nuestro hotel.
No somos conocedores de la grandiosidad del atardecer que nos espera. Tampoco de la velada, que tras el ocaso, vamos a disfrutar. Bajamos las empinadas escaleras de nuestro hotel, hacia el camino que bordea el acantilado, y en este momento, se detiene el tiempo. Quedamos abducidos.
La belleza es indescriptible. Nos pareció que Imerovigli está estratégicamente situada para disfrutar de este momento. En mitad de la media luna que da forma a la isla, las vistas a la caldera son espectaculares.
Caminamos unos metros, buscando un lugar en el que cenar. Habíamos pensado ir hacia el interior del pueblo, pero cuando llegamos al restaurante Varoulko, simplemente no pudimos detener a nuestros pies, jajaja. Así que decidimos adentrarnos en este privilegiado enclave.
Contemplar cómo se va apagando el día, con la silueta de la roca Skaros frente a nuestros ojos, con música ambiental y una copa de vino en la mano, nos estremeció de manera colosal.
Para nosotros el restaurante mejor ubicado de Santorini. Justo al borde del acantilado, con la roca Skaros frente a él y contemplando la orografía de Oia y Fira al mismo tiempo ¡Qué vistas!
La noche nos tiene preparado un regalo inesperado para nuestras retinas. Parece que ha sentido nuestro pesar de que la oscuridad vaya ganando protagonismo al ocaso, apagando lentamente la silueta policromada de la isla.
Es entonces cuando un castillo de fuegos artificiales enciende, por unos fugaces segundos, el cielo de color ya azabache, permitiéndonos vislumbrar, en las décimas de segundo que dura el resplandor del estallido, la silueta de los restos del castillo veneciano que tenemos frente a nuestros ojos.
Si Santorini ha sido escenario de numerosas películas, la vivencia y las sensaciones del día, pero sobre todo de este atardecer no podría escenificarla ni el mejor guionista.
En cuanto a mí, sigo creyendo en el paraíso. Sin embargo ahora sé que no se trata de ningún lugar concreto. Lo importante no es a donde vas, sino cómo te sientes en el momento en el que llegas a formar parte de algo. Y si encuentras ese momento, es para siempre. Película La Playa (año 2000)