Si alguna vez soñaste con plantarte delante de un diplodocus sin que te persiga como en Jurassic Park, el Natural History Museum de Londres es tu sitio. Aquí no hay que correr por tu vida, solo dejarse maravillar por esqueletos gigantes, piedras que brillan más que tus stories y un edificio que es, en sí mismo, una joya arquitectónica.

Un palacio para la ciencia (con mucha historia detrás)
El Natural History Museum abrió sus puertas en 1881, pero su historia empieza un poco antes, cuando las colecciones de historia natural del British Museum crecieron tanto que ya no cabían ni con calzador.

Todo arrancó gracias al médico y naturalista Sir Hans Sloane, quien en el siglo XVIII donó más de 70.000 especímenes de plantas, animales, fósiles y curiosidades recogidas durante sus viajes por todo el mundo (vamos, el Indiana Jones de su época, pero con peluca).

Pero el edificio del Natural History Museum no es solo un contenedor de fósiles y bichos disecados; es una obra de arte en sí misma. Imagina una catedral de la ciencia, con techos abovedados, arcos de medio punto y detalles tallados por todas partes.

El arquitecto Alfred Waterhouse utilizó un estilo neorrománico, inspirado en las catedrales medievales alemanas e italianas, pero en lugar de santos y vírgenes, aquí verás tallas de monos, dinosaurios, tortugas y hasta plantas entre las columnas. Es como si Hogwarts se hubiera mudado a Jurassic Park.
Dato Curioso: Muchos techos están decorados con ilustraciones botánicas victorianas, y si levantas la vista en algunos puntos, te toparás con criaturas escondidas entre los ornamentos. Así que ya sabes: en este museo no solo mires las vitrinas… ¡mira hacia arriba también!

Por dentro, la estructura está organizada en diferentes zonas temáticas que te hacen sentir que viajas a través del tiempo y del planeta. Desde el gran Hintze Hall (el corazón del museo) con su famosa escalera central y su ballena flotante, hasta las galerías laterales que se despliegan en forma de cruz. Todo está pensado para perderte con gusto: hay túneles, pasarelas elevadas y escaleras que conectan salas repletas de descubrimientos.
Dato Curioso: El edificio está dividido simbólicamente en dos mundos. En la fachada Este se representan animales vivos y en la Oeste, extintos.

Charles Darwin, el VIP del museo
No se puede hablar de historia natural sin mencionar a Charles Darwin. Aunque nunca trabajó directamente para el museo, su influencia impregna cada rincón. Su teoría de la evolución revolucionó la forma de entender la vida y hoy una estatua suya (con mirada de «yo ya lo sabía») preside la gran escalera del Hintze Hall.

Dato Curioso: Cuando el museo abrió, las teorías de Darwin aún eran controvertidas. Por eso, durante años su estatua estuvo escondida en una esquina discreta. No fue hasta 2009 (bicentenario de su nacimiento) que la colocaron en el centro.
Salón Hintze: un inicio épico
Nada más entrar, en el año en que nosotros estuvimos, nos recibe en el majestuoso Hintze Hall el esqueleto de «Dippy», el querido diplodocus de réplica, que en la actualidad anda de gira por Reino Unido como si fuera una rockstar.

Así que, si decides realizar una visita ahora, te recibirá el esqueleto suspendido de la ballena azul «Hope». Solo por una de estas vistas ya vale la pena la visita.

Secciones para perderse
El Natural History Museum es tan grande que podrías pasar días explorándolo y aún así dejarte algo sin ver. Cada sala es un miniuniverso lleno de maravillas, desde criaturas que caminaron sobre la Tierra hace millones de años hasta gemas que parecen sacadas de un cuento de hadas.

Aquí no hay sitio para el aburrimiento: hay fósiles que te miran fijamente, piedras que podrían estar en un videoclip de Beyoncé y terremotos que puedes “sentir” sin correr ningún riesgo.

Así que abre bien los ojos, carga el móvil (porque vas a querer hacer muchas fotos) y prepárate para una ruta por las secciones más alucinantes del museo. Es el típico lugar en el que entras “solo para echar un vistazo” y acabas con dolor de pies, la cabeza llena de datos curiosos y un crush inesperado por los dinosaurios.

Galería de dinosaurios
Aquí están los reyes del mambo: el cráneo de un T-Rex, un esqueleto casi completo de Triceratops y el icónico animatrónico de Tiranosaurio que ruge, mueve la cabeza y la cola con una expresividad sorprendente. Si no subes un vídeo aquí, ¿realmente estuviste?

Pero hay más. La galería está diseñada para que vayas recorriendo el periodo Jurásico y el Cretácico como si estuvieras paseando por un parque prehistórico. Hay huevos fosilizados, huellas de dinosaurio y hasta una sección interactiva para que los peques (y no tan peques) descubran cómo eran estos animales en movimiento, qué comían o cómo se defendían.

Si te apasiona la paleontología, también puedes aprender sobre los procesos de excavación y restauración de fósiles, con muestras reales y modelos en 3D que te permiten ver cómo un montón de huesos se convierte en una bestia prehistórica completa. Es como una clase de ciencias, pero con luces chulas y sin examen final.

Minerales y gemas
Rocas, cristales y meteoritos que caen del cielo. Literalmente. Destaca la Cueva de Gemas, el meteorito de Canyon Diablo (caído hace unos 50.000 años) y un diamante brasileño más grande que tu presupuesto de viaje.

Fósiles marinos y paleontología
Imprescindible la colección de icnitas (huellas fosilizadas) y los icónicos ictiosaurios descubiertos por Mary Anning, pionera de la paleontología cuando las mujeres ni soñaban con pisar laboratorios.

Sala de los mamíferos
Desde esqueletos de mamuts hasta una sección dedicada a las ballenas modernas. Si te impresiona Hope, aquí vas a disfrutar igual.


Earth Hall (Geología)
Sube por la escalera mecánica que atraviesa un enorme planeta metálico y adéntrate en una colección de volcanes, terremotos y placas tectónicas. Si eres fan de los desastres naturales (en modo sano), esto te va a gustar.

Anécdotas que merecen ser contadas
Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas de las colecciones más valiosas se evacuaron a zonas rurales y búnkeres para evitar que fueran destruidas por las bombas. Aun así, una bomba cayó en 1940 dañando parte del edificio. Los fósiles, como campeones, sobrevivieron.
¿Recuerdas a Dippy, el diplodocus? Fue un regalo del magnate estadounidense Andrew Carnegie al museo en 1905. La réplica causó tanto furor que se hicieron copias para otros museos del mundo, convirtiéndolo en el dinosaurio más fotocopiado de la historia.

Consejos para visitar (sin perder el norte)
- Ve temprano o entre semana. Suele haber colas, sobre todo en verano y festivos. La entrada es gratis, pero si reservas una franja horaria online te ahorras sorpresas.
- Llévate una chaqueta. Dentro hace fresquito (las momias y fósiles agradecen la temperatura constante).
- Planifica tu ruta. El museo es enorme. Si vas con poco tiempo, céntrate en las secciones que más te interesen (dinos, minerales o ballenas).
- No te pierdas la tienda. Hay souvenirs que molan de verdad: desde peluches de T-Rex hasta joyas hechas con minerales del museo.

El Natural History Museum es una experiencia que mezcla ciencia, historia y un toque de aventura. Te deja con la sensación de que viajar en el tiempo no está tan lejos como parece. Perfecto para niños curiosos, adultos con alma de explorador y cualquiera que alguna vez se haya preguntado: ¿de dónde venimos?
