Situados a unos 1.300 metros al Este de Medinet Habu, los Colosos de Memnón son las dos gigantescas y famosísimas esculturas que antaño flanqueaban la entrada al monumental templo funerario de Amenofis III, construido éste por el hijo de Hapu.
Los colosos fueron tallados, en dirección oriente, sobre dos bloques de cuarcita hecha traer de la «Montaña Roja» (Actual Gebel el-Ahmar, cerca de El Cairo). Su altura es de 16’6m de alto, sin contar con los 2’3m del zócalo.
Ambas representan al rey Amenofis III, sentado en posición tradicional. A ambos lados del trono (los laterales de éste están decorados con representaciones del Nilo Norte y Nilo Sur) hay dos figuras femeninas, la de la madre del rey (La reina Mutemauia) y la de Tiyi, su esposa.
Las Piedras que Cantan
En el año 27 a.C., un terremoto abrió en el coloso norte una grieta que le llegaba hasta la cintura. Éste hecho, determinó el fenómeno según el cual la estatua, al llegar el alba, cuando la piedra comenzaba a secarse de la humedad de la noche, emitía un sonido similar a la vibración de una cuerda de guitarra. Por dicho motivo, los Griegos, identificaron a éste con el Dios Memnón, considerando que, según la leyenda, saludaba de aquella forma a su madre la diosa Eos, la Aurora.
Esta leyenda, atrajo a un gran número de griegos y romanos, tales como la poetisa Julia Balbilla, que grabó cuatro epigramas a los pies de los colosos, en el viaje que acompañó a Adriano y a la emperatriz Sabina en la visita que hicieron a Egipto en el año 130.
Indicar que, desde el siglo III, éste fenómeno ha dejado de existir, ya que Septimio Severo ordenó la restauración del monumento, perdiendo de este modo «la voz».