Hay pocos lugares en el mundo donde puedas caminar un par de calles y encontrarte cara a cara con siglos de historia, política y arquitectura monumental. Westminster es, sin duda, uno de esos rincones de Londres que no solo se mira, se respira. Aquí se concentran algunos de los iconos más reconocibles de todo Reino Unido (y del mundo, ya puestos), desde el imponente Big Ben hasta la solemne Abadía de Westminster, pasando por el Palacio o Casas del Parlamento. Y sí, también hay cuervos, autobuses rojos y alguna que otra ardilla con pretensiones de modelo.

Big Ben: No, no es la Torre
Empecemos por el famoso Big Ben, aunque, como siempre hay que recordar, Big Ben no es la torre. ¿Qué… cómo se te ha quedado el cuerpo?. Lo repetimos: no es la torre, sino la campana que se encuentra dentro de la Elizabeth Tower. Esta campana de más de 13 toneladas ha marcado la hora en Londres desde 1859. Su bong característico es inconfundible y que para los británicos, suena a puntualidad, tradición y un poquito de orgullo nacional.

El nombre de Big Ben se cree que fue una dedicatoria a Sir Benjamin Hall, el comisionado de obras públicas en ese momento. Pero el Big Ben no siempre fue tan fiable. Cuando se instaló por primera vez en la torre, la campana se agrietó poco después de empezar a sonar, lo que obligó a realizar diversas reparaciones. A pesar de esos tropiezos, el Big Ben se mantuvo como un símbolo de la precisión británica.


En 2012, como parte de las celebraciones por el Jubileo de Diamante de la Reina Isabel II, la torre pasó a ser conocida oficialmente como Elizabeth Tower, en honor a la monarca. Antes simplemente se conocía como Clock Tower (Torre del Reloj), un nombre nada glamuroso, todo sea dicho.

El Palacio de Westminster: política con estética gótica
Justo al lado de Big Ben se encuentra el majestuoso Palacio de Westminster, también conocido como las Casas del Parlamento. Este es el lugar donde se toman las decisiones políticas más importantes del Reino Unido, y la sede de las dos cámaras del Parlamento: los Lores y los Comunes.


Aunque el edificio actual es de estilo neogótico y data del siglo XIX, la historia de este lugar se remonta a más de mil años. En sus orígenes, fue una residencia real, pero con el paso del tiempo se fue convirtiendo en el centro de la política británica. El Parlamento comenzó a tomar forma en el siglo XIII, cuando el rey Juan Sin Tierra convocó el primer Parlamento en 1215, lo que marcó el comienzo del proceso de limitación del poder de la monarquía.

El gran incendio de 1834 destruyó gran parte del antiguo palacio medieval, lo que llevó a una reconstrucción encabezada por el arquitecto Charles Barry, quien diseñó el edificio actual. La construcción se completó en 1876 y no solo es un símbolo de poder, sino también una obra maestra arquitectónica. Con su torre Victoria Tower, de más de 98 metros de altura, y su Clock Tower, en la que se encuentra el Big Ben, el Palacio de Westminster es una de las estructuras más impresionantes de Londres.

Si tienes la oportunidad de realizar una visita guiada por el interior, te encontrarás con espacios históricos como la Cámara de los Comunes, donde se celebran los debates políticos más cruciales del país, y la Cámara de los Lores, que aunque más tradicional, también tiene su peso en la historia del Reino Unido. Todo muy Harry Potter pero con más protocolo.

St. Margaret’s Church
A la sombra de dos gigantes como la Abadía de Westminster y el Palacio del Parlamento, se esconde una joya menos conocida pero cargada de historia: St. Margaret’s Church. Situada en el corazón político y espiritual de Londres, esta iglesia anglicana ofrece un remanso de paz, belleza y legado que muchos visitantes pasan por alto. Pero no debería ser así.

Una iglesia para salvagardar la abadía
St. Margaret’s Church no es una recién llegada. Fue fundada en el siglo XII por monjes benedictinos de la cercana abadía con un propósito muy concreto: ofrecer un lugar de culto a los laicos que vivían en los alrededores, permitiendo que la abadía se mantuviera como espacio sagrado para los monjes.

Con el paso de los siglos, la iglesia fue ganando protagonismo propio, y en 1614 se convirtió oficialmente en la iglesia parroquial del Palacio de Westminster, lo que la vincula directamente con la Cámara de los Comunes. Desde entonces, ha sido escenario de numerosas ceremonias religiosas relacionadas con el Parlamento británico.

Arquitectura: Gótico tardío con alma inglesa
El edificio actual data principalmente de finales del siglo XV, y es un precioso ejemplo del estilo gótico perpendicular, típico de Inglaterra. Sus grandes ventanales con intrincadas tracerías permiten una entrada generosa de luz, iluminando un interior sobrio, elegante y profundamente británico.

Entre sus elementos más llamativos destacan: Las vidrieras flamencas, especialmente la del este, dedicada a Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII. El púlpito de madera tallada y el elegante órgano del siglo XVIII y por último el reloj de sol exterior, que recuerda su uso práctico en otros tiempos.

Abadía de Westminster: testigo de la historia
A un paso del Parlamento se alza la imponente Abadía de Westminster. Fundada en 1065, ha sido testigo de las coronaciones de casi todos los monarcas británicos, desde Guillermo «El Conquistador» en 1066 hasta la reciente coronación de Carlos III en 2023. Este majestuoso edificio gótico es el centro espiritual de la monarquía británica y también un panteón donde descansan algunas de las figuras más destacadas de la historia del país.

Orígenes
Como ya hemos indicado antes, se fundada en 1065 por Eduardo «El Confesor». Fue diseñada para ser un lugar de culto dedicado a San Pedro, y en su origen, era una iglesia benedictina. Eduardo fue el último monarca anglosajón de Inglaterra, y su deseo era que la Abadía se convirtiera en un importante centro religioso, además de ser su propio lugar de sepultura.

La iglesia original fue un edificio románico, y fue Guillermo «El Conquistador», tras la conquista normanda de Inglaterra, quien ordenó la construcción de una nueva iglesia en el lugar. Fue coronado en la Abadía en 1066, y es considerado el primer monarca en hacer de la Abadía un sitio real y ceremonial.


La Abadía sufrió varias modificaciones a lo largo de los siglos, especialmente durante el reinado de Enrique III en el siglo XIII. Fue bajo su mandato que la iglesia románica original fue reemplazada por el edificio gótico que conocemos hoy, una renovación que comenzó en 1245 y que continuó durante varias décadas. Enrique III eligió el estilo gótico para reflejar la grandeza de la monarquía y darle un aspecto más majestuoso y refinado al lugar, transformando la Abadía en una de las principales joyas arquitectónicas de Inglaterra.


Así pues, aunque Eduardo «El Confesor» fue el fundador de la Abadía, fue Guillermo «El Conquistador» quien la convirtió en un sitio real y Enrique III quien la transformó en la estructura gótica que aún existe hoy. Cada uno aportando su granito de arena.

La Abadía en la actualidad
La Abadía de Westminster es un reflejo de la grandeza de la monarquía británica, con su arquitectura gótica y sus impresionantes vitrales. Pero no solo los reyes y reinas tienen su lugar aquí. En su interior reposan figuras literarias y científicas como Isaac Newton, Charles Darwin y Geoffrey Chaucer, quienes, junto a muchos otros, descansan en lo que se conoce como Poets’ Corner. Si eres amante de la literatura, este es uno de los rincones más interesantes para explorar.

Más allá de su función religiosa, la Abadía ha sido el escenario de bodas reales que han marcado la historia moderna, como la boda de William y Kate en 2011. A lo largo de los años, ha sido testigo de momentos de celebración, pero también de solemnidad, como los funerales de figuras nacionales como Winston Churchill, Stephen Hawking o recientemente el de la Reina Isabel II el pasado 19 de septiembre de 2022.
