The British Museum

Neizell
Por
Londres
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Fachada principal British Museum

Londres tiene mil planes: subir al London Eye, posar con una cabina roja o perderse en Camden. Pero si hay un plan top que mezcla cultura, historia y un paseo por, literalmente, todos los rincones del planeta, ese es el British Museum.

Detalle de la Fachada principal

Si Londres fuera un libro, el British Museum sería el capítulo más grueso, lleno de anotaciones, post-its y marcas de subrayador fluorescente. Con más de ocho millones de objetos y una historia que se remonta a 1753, este templo del conocimiento es capaz de hacer que pierdas la noción del tiempo entre vitrinas, momias, dioses y guerras. Así que si estás en Londres y quieres un viaje express por miles de años de civilización (sin jet lag), sigue leyendo, que aquí te contamos cómo sacarle jugo a este templo de la cultura sin morir sepultado bajo una avalancha de turistas y algunas de las miles de piezas que vimos.

Detalle Diosa Athenea en el frontón

British Museum: Un poco de Historia

El British Museum fue fundado gracias a la colección del médico y científico Sir Hans Sloane, quien legó al estado británico más de 71.000 objetos entre libros, manuscritos, monedas, fósiles y artefactos. Desde su apertura en 1759, se convirtió en el primer museo nacional público del mundo, con entrada gratuita y la misión de “conservar y educar”.

Cúpula del Gran Atrio Isabel II del Museo

Lo que empezó como una acumulación de rarezas en la Casa Montagu en el barrio de Bloomsbury, hoy es una pasada de museo con más de 8 millones de piezas y más de 6 millones de visitantes al año que vienen a empaparse de historia (y a sacarse una foto con la piedra Rosetta, seamos sinceros).. ¿Su especialidad? Tener cosas que, probablemente, fueron tomadas «prestadas» durante los días imperiales de Gran Bretaña.

Dato Curioso:Durante la Segunda Guerra Mundial, el museo se convirtió en búnker cultural. Las obras más importantes fueron enviadas a Gales para protegerlas de los bombardeos. Imagina tener a la Piedra Rosetta escondida entre ovejas.

Visitar el British Museum

Como ya te hemos comentado antes, con sus más de 8 millones de objetos y reliquias, recorrer el British Museum en una sola visita es como intentar ver todo Netflix en una tarde. Spoiler: no se puede. Por eso, si no quieres acabar con las piernas como si hubieras corrido una maratón egipcia, lo mejor es ir a tiro hecho. Aquí te dejamos una selección de las piezas más impresionantes, curiosas o directamente flipantes que vimos en nuestra visita. Prepárate para viajar del antiguo Egipto, al Japón feudal, a Isla de Pascua, a los imperios Azteca y Maya, entre otros, sin salir de Bloomsbury.

Detalle de las muchas salas del Museo

ANTIGUO EGIPTO

La joya de la corona del British. El Antiguo Egipto es uno de los principales reclamos del museo, y no es para menos: tumbas, momias, jeroglíficos, amuletos y esculturas de faraones que parecen influencers del pasado. La colección egipcia es una de las más grandes fuera de Egipto y abarca más de 3.000 años de historia.

Gatos Momificados

Piedra Rosetta

Descubierta en 1799 por soldados franceses en Egipto (gracias, Napoleón). Esta losa de granodiorita fue la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios, porque tiene el mismo texto en tres idiomas: griego, demótico y jeroglífico. Champollion, el MVP de la egiptología, logró su desciframiento en 1822. Literalmente, sin ella, seguiríamos diciendo que los jeroglíficos son dibujitos bonitos.

Piedra Rosetta

Busto de Ramsés II

Este busto gigante (2,7m) es del faraón más postureta de Egipto, Ramsés II, y fue sacado del templo de Memfis en 1816. Data del siglo XIII a.C. y pesa más que tu coche (7,25 toneladas). Percy Shelley hasta escribió un poema sobre él: Ozymandias.

Busto de Ramsés II

Cabeza de Amenhotep III

Del faraón que más estatuas mandó a hacer, tenemos esta impresionante cabeza de granito, que viene de un templo en Tebas. Data del siglo XIV a.C., y su expresión es de “yo soy el rey, y lo sabes”. Fue papá de Akenatón, suegro de Nefertiti y abuelo de Tutankamón. Todo queda en familia.

Faraón Amenhotep III

Momia de Katebet

Una de las momias más completas y mejor conservadas del museo. Era cantante del templo de Amón, y vivió en el siglo XIII a.C. Lo que impresiona es lo bien que han resistido sus vendajes, amuletos, y esa carita pintada que parece salida de un cómic.

Momia de Katebet

Puerta Falsa de Ptahshepses

Esta “puerta” de piedra caliza viene de una tumba egipcia del siglo XXIV a.C. Las puertas falsas eran simbólicas, permitiendo al espíritu del difunto entrar y salir del más allá. La de Ptahshepses, un funcionario top, está grabada con jeroglíficos que detallan su currículum vitae espiritual.

Puerta Falsa de Ptahshepses

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: el Libro de los Muertos de Ani, la estatua colosal de Amenhotep III en el patio y el sarcófago de Cleopatra (no la famosa, otra).

Junto a la Estatua de Nenkheftka

AMÉRICA PRECOLOMBINA

Desde los mayas a los mexicas (mal llamados aztecas), pasando por los incas, esta zona del museo te lleva por los ritos, creencias y arte de las civilizaciones americanas antes de la llegada europea. Deidades con forma de jaguar, sacrificios humanos, arquitectura que da vértigo y una obsesión por el tiempo que ni tu agenda de Google.

El Códex Tonindeye | Foto: ©britishmuseum.com

Figura de Mictlantecuhtli

Desde el México prehispánico, Mictlantecuhtli (sí, el nombre es un trabalenguas nivel jefe final) era el señor del inframundo en la mitología azteca, zapoteca y mixteca. No era el típico demonio de fuego al estilo infierno cristiano, sino el dios de los muertos y las sombras. También se le conocía como Popocatzin, que significa “el que humea” (nada que ver con los vapores de sauna, más bien por lo tenebroso del asunto). Gobernaba el Mictlán, el inframundo, junto a su esposa Mictecacíhuatl, y tenía poder sobre los nueve ríos subterráneos y las almas que los cruzaban. Visualmente no pasaba desapercibido: tallado en el S.XIV se le representa como un esqueleto con una calavera llena de dientes, rodeado de arañas, murciélagos y búhos, y con unos ojazos estelares que dan un poquito de yuyu.

Figura de Mictlantecuhtli

Serpiente bicéfala

Desde México para el mundo, esta joya de los aztecas es una representación del dios Quetzalcóatl. Hecha de madera cubierta de turquesas, su rollo es tanto religioso como decorativo. Se cree que se usaba en rituales y procesiones. Y sí, es tan espectacular como suena.

Serpiente bicéfala

Dintel de Yaxchilán

Este dintel maya de piedra caliza (709 d.C.) muestra a Lady Wak Tuun en pleno ritual de autosacrificio. Lleva una cesta con lo necesario para la ocasión: un lomo de raya (sí, como aguja), cuerda y papel ensangrentado. Del cuenco frente a ella —también lleno de tiras de corteza— surge la imponente Serpiente de la Visión, una criatura sagrada que conectaba el mundo humano con el espiritual. Una escena intensa que nos muestra hasta qué punto los rituales eran parte fundamental del poder y la religión maya.

Dintel de Yaxchilán

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: el Penacho de Moctezuma (aunque está en Viena, el British tiene plumas ceremoniales similares), esculturas olmecas y urnas funerarias zapotecas.

Exposición de máscaras ceremoniales

ASIA

Un continente, mil mundos. Las salas asiáticas del British te llevan de la meditación budista en India al honor del samurái japonés. El arte, la religión y la guerra se mezclan en objetos que son tanto funcionales como estéticamente impresionantes.

Pintura Japonesa

Armadura samurái

Esta preciosidad nipona del siglo XVIII no solo es imponente, sino que también es un ejemplo del arte y la disciplina del bushido. Está hecha de cuero lacado y metal, con detalles que te dejan loco. No era solo para la guerra, también era una declaración de estatus. O sea, el outfit completo de un samurái con flow.

Armadura samurái del S. XVIII

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: la estela de Ashoka (con inscripciones budistas milenarias), esculturas de Buda de Gandhara y una enorme cabeza de demonio tailandés.

Figura de El Rey de la Sabiduría Aizen Myo-o

ÁFRICA SUBSAHARIANA

Mucho más que máscaras y tambores. El arte africano es potente, expresivo y cargado de historia. La sala dedicada a África subsahariana no solo muestra el talento artístico de sus culturas, sino también las consecuencias del colonialismo, con piezas adquiridas en circunstancias… digamos, controvertidas.

Pintura etíope crucifixión Jesucristo

Bronces de Benín

Una colección que duele por su belleza y por su historia. Estas placas y esculturas de Nigeria, del siglo XIII en adelante, fueron saqueadas por las tropas británicas en 1897. Representan a los reyes Oba y su corte, y están llenas de detalles flipantes. Hoy, son símbolo del debate sobre el arte colonial y las restituciones.

Bronces de Benín

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: las esculturas Ife en bronce, los collares rituales zulúes y las figuras nkisi (figuras mágicas claveteadas del Congo).

Figura ritual nkisi | Foto: ©britishmuseum

ANTIGUO ORIENTE PRÓXIMO

Aquí empezó todo. Literalmente. Mesopotamia, Babilonia, Asiria… Las civilizaciones del actual Irak e Irán pusieron las primeras piedras (de verdad) del mundo moderno: escritura, leyes, arquitectura y hasta los primeros memes en tablilla. Las salas están llenas de relieves que cuentan guerras, banquetes y dioses cabreados.

León Asirio custodia templo de Ishtar Sharrat-Niphu

Lammasu

Gigantescos seres alados con cuerpo de toro o león y cabeza humana, guardianes de los palacios asirios (Irak actual). Estos datan del siglo VIII a.C., y su tamaño impone. En su época eran como los porteros de discoteca de los templos: nadie pasaba sin su visto bueno.

Figuras Lammasu

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: el Cilindro de Ciro (una especie de “declaración de derechos humanos” de hace 2.500 años), los relieves del Palacio de Nimrud y la tablilla del Diluvio Universal (sí, rollo Noé).

Cilindro de Ciro | Foto: ©britishmuseum

MUNDO GRECORROMANO

Aquí empezó el drama occidental. Filosofía, democracia, mitología, columnas dóricas… Grecia y Roma lo inventaron casi todo. Y el British tiene buena parte de su historia tallada en mármol, aunque no sin polémicas (frisos del Partenón).

Vasija Griega

León de Knidos

Una escultura griega de mármol del siglo IV a.C., encontrada cerca del mar Egeo. Fue parte de un mausoleo y está esculpida con un detallismo que ni el mejor filtro de Instagram. Su melena tiene más volumen que una campaña de champú.

León de Knidos

Mosaico de Hinton St. Mary

Britania romana en su máximo esplendor. Este mosaico del siglo IV d.C. es probablemente la primera representación de Cristo en suelo británico. Al centro, un joven con halo, rodeado de escenas mitológicas. Fe, arte y arqueología unidos en una baldosa gigante.

Mosaico de Hinton St. Mary

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: los mármoles de Elgin (procedentes del Partenón), estatuas de dioses griegos y bustos romanos que parecen sacados de una serie de HBO.

Exposición de armas

EUROPA MODERNA

El Renacimiento, el barroco y la tecnología loca del siglo XVI. Aquí la cosa va de relojes imposibles, objetos decorativos que se movían solos y delicias que combinaban arte, mecánica y un poquito de “mirad lo ricos que somos”.

Reloj de Plano Inclinado

Galeón Mecánico

Un reloj de sobremesa del siglo XVI, con forma de galeón, que es una fantasía renacentista. Funciona como reloj, autómata y centro de mesa. Los cañones disparaban, los músicos tocaban… Vamos, la Alexa del siglo XVI.

Galeón Mecánico

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: instrumentos científicos renacentistas, piezas de relojería alemana y retratos flamencos con más detalle que una cámara 4K.

Copa de Oro Rey de Francia e Inglaterra | Foto: ©britishmuseum.com

OCEANÍA

El arte del otro lado del mundo. Las islas del Pacífico, desde Nueva Zelanda hasta la Polinesia, tienen una cultura tan profunda como sus aguas. Tótems, canoas, tatuajes rituales y estatuas que cuentan la relación sagrada entre el hombre y la naturaleza.

Máscara de baile | Foto: ©britishmuseum.comx

Moai Hoa Hakananai’a

Viene desde la remota Isla de Pascua, donde fue tallado en basalto volcánico hacia el 1200 d.C. El nombre significa “amigo robado o escondido”, que ya es una indirecta bien directa sobre cómo acabó en Londres. Representa a los ancestros divinizados de los rapanui, y su mirada seria tiene vibe de “no me toques, que soy sagrado”.

Moai Hoa Hakananai’a

Otros hits que no vimos, pero merecen mención especial: máscaras papúes, trajes de danza tradicionales y tambores ceremoniales que aún resuenan con fuerza.

Canoa Islas Salomón | Foto: ©britishmuseum.comx

Consejos de supervivencia en el British Museum

Entrar al British Museum es como meterse en una partida de “Dónde está Wally” versión histórica: hay tanto que ver que es fácil acabar con agujetas mentales y los pies pidiendo auxilio. Por eso, aquí van unos truquitos de supervivencia para que no te abrume la avalancha de momias, dioses y artefactos con siglos de historia.

Detalle Cúpula Atrio Isabel II
  • Llega temprano: El museo abre a las 10 y a las 10:05 ya hay escolares corriendo por los pasillos.
  • Ve con tiempo: Ve con calma, mínimo de 2 a 3 horas.
  • No intentes verlo todo: El museo es inmenso. Elige tres o cuatro secciones y disfrútalas sin estrés «Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor».
  • Usa mapa o la App Oficial: te guía por las colecciones y te da información extra. Sí, hay Wi-Fi gratis. Y sí, te vas a perder igual, pero al menos con dignidad.
  • Pásate por la tienda: Libros, postales, réplicas de momias en miniatura… ideal para ese souvenir cultureta que te hace quedar bien.
Dentro del British Museum

El British Museum es el mejor resumen de la humanidad que vas a encontrar sin necesidad de subirte a una máquina del tiempo. Gratis, enorme y lleno de maravillas, es una parada obligada si estás en Londres y te gusta admirar y aprender con la cultura.

¿Repetiremos visita? Claro que sí. ¿Con mapa en mano y café en vena? También.

En la puerta del Museo
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Apasionado por la tecnología, el diseño y la fotografía, combino informática y creatividad en el desarrollo web. Amante de la gastronomía, el deporte y los viajes, siempre en busca de nuevas experiencias que me inspiren.
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