A pesar del amargo sabor del día anterior en las puertas de esta ciudad maya, cuando habían cerrado la entrada al público nada más llegar, unido a la incertidumbre ante la casual rotura del taxi, hoy el día promete, superando cualquier expectativa.
En este caso, se daban las circunstancias perfectas para hacer de la visita a Ek Balam una de las más especiales en nuestro recorrido por la Península de Yukatán.
Estas ruinas, están ubicadas 30km al norte de la ciudad de Valladolid y por el momento, aunque parezca insólito, no suelen ser muy visitadas.
El sol brillaba, pero al ser las 8.00 horas, el calor no era excesivo, en el recinto sólo nos encontramos a unos guías, que a la entrada nos insisten para contratar sus servicios. No los requerimos, y complétamente solos nos adentramos por el camino de tierra que nos conduce a esta imponente ciudad maya.
Esta ciudad en su época, amurallada, conserva muy bien la esencia de lo que en tiempos atrás fue. Las fachadas de sus edificaciones, tienen detalles decorativos únicos, que las diferencian de cualquier otra que hayamos visitado.
Todavía, aunque nos se sabe por cuánto tiempo, está permitido subir a las construcciones. Las hay de varias alturas, pero la estructura más grande es la acrópolis.
Las vistas insuperables, la sensación indescriptible. Estamos solos, en medio de la selva con el exclusivo y relajante sonido de los pájaros, sobre una de las construcciones más grandiosas de la apasionante civilización maya. Como si el reloj de la historia, por unos segundos se hubiera detenido.
Solo nos acompaña nuestra imaginación, ese pensamiento que puede ser tan mágico como tú te propongas, el cual, nos hace retroceder en el tiempo, para fantasear y proyectar el bullicio de la vida en esta ciudad, miles de años atrás.
Aprovechamos que estamos por la zona, para volver al poblado maya. El día anterior, me quedé con ganas de ver sus hamacas artesanales y es el momento ideal para hacerlo.
¿Qué sabemos sobre los orígenes e historia de este objeto tan codiciado para el descanso?
La palabra«hamaca» fue, una de las primeras palabras indígenas que fue incorporada al castellano, tras el descubrimiento de Ámérica por Cristobal Colón, el cual mostró un gran interés por conocer las culturas del “Nuevo Mundo” y evitar que se perdieran.
Tal fue su atracción, que trajo las hamacas a Europa, donde gozó de especial popularidad, siendo muy utilizada en los viajes de ultramar, en época colonial.
Pero el origen real de la “cuna de los dioses” se desconoce. Se dice que provino de Haití, también se atribuye a los indios de América Central y del Sur. Lo que sí sabemos es que las primeras hamacas se elaboraban con la corteza del árbol de Hamack, es éste además el origen etimológico de su nombre.
Para los mayas, la hamaca o hayabil-kaan, significa “cordones para tenderse” y es difícil precisar cuando aquirió carta de naturalización en Yukatán.
Así, aunque la hamaca no sea originaria de estas tierras, su uso data de hace más de cuatro siglos, y es en Yucatán, donde a través del tiempo ha llegado a su mayor desarrollo. Siendo, especialmente, la hamaca Mexicana, una elaboración artesanal muy apreciada, por la perfección de su técnica, y calidad en sus tejidos.
Su red de filos hilos de algodón, entrelazados sin nudos hacen un efecto casi mágico al tenderte sobre ellas. Sus numerosos y filos hilos se extienden repartiendo el peso del cuerpo de forma homogénea, envolviéndote en una armonía de color, que junto al sutil vaivén de su movimiento te llevará a la más placentera relajación, o por el contrario, si lo prefieres, puedes hacer un uso algo más indecoroso y excitante.
¿Sabías que se han recopilado numerososas posiciones sexuales para hacer en una hamaca?
El filósofo venezolano Carlos Torrealba, a través de entrevistas y testimonios recogidos en la zona Maya ha recopilado numerosas posiciones sexuales que se pueden hacer en una hamaca. Práctica sexual ancestral conocida como “Hamaca-sutra” o “Maya-sutra”. Los nombres de las posturas están relacionados con animales sagrados para los antiguos mayas, los 4 elementos de la tierra y los puntos cardinales.
Si una civilización tan sabia como los mayas realizaban estas prácticas, merece sin duda especial atención curiosear sobre tan interesante legado.
Pero no fue ninguno de estos motivos, los que me llevaron a la irresistible tentación de comprar estas artesanías mexicanas.
A pesar de vivir en un piso pequeño, sin terraza y teóricamente con poco o nulo espacio para hacer uso de este objeto, nos encontramos ante la simpática situación de haber comprado, dos hamacas mexicanas. Una de ellas para colgar en el techo y estar sentado, y otra más amplia para estar tumbado. Ahora, ¿que hacemos con ellas? Nos reímos de la aparente “innecesaria” compra, que para mí, se convierte en el mejor gasto del viaje, al ayudar con este gesto a esta humilde familia del poblado, que tan amablemente nos ha recibido.
Pensaba que quedaría en un armario para el recuerdo. Pero las ganas e ilusión hacia algo, hace que tu imaginación se dispare y busques la manera de conseguir aquello que deseas. Y mi deseo al llegar a casa, era sentir esos momentos de paz que se experimentan ante el suave vaivén de una hamaca.
Así en un rincón especial de casa, pusimos una de ellas, para decorar la estancia, llenando de bonitos recuerdos nuestro piso, con tan solo mirarla. Otra, extendemos y quitamos cuando nos apetece. No necesitas mas que que cerrar los ojos, y dejarte llevar por una sensación de tranquilidad tan especial, que con un simple balanceo te puedes trasladar a aquel lugar del mundo en el que ya has estado, aquel que te gustaría conocer o simplemente hacer pausa para disfrutar de tu presente.
Seguimos con el espíritu aventurero y vamos en busca de Cobá, otra ciudad maya, en la que es posible subir a la cima de una de sus pirámides. Esta visita es mucho más concurrida.
La distancia entre la entrada y la última pirámide es bastante. Puedes hacerlo a pie, alquilar unas bicis o si no te apetece pedalear, unos carritos para dos en los que solo tienes que dejarte llevar por su conductor. Te recomiendo preguntar el precio de ida y vuelta en las taquillas en la entrada y pagarlo ahí a tu regreso. A nosotros, nos abordó directamente un “conductor” sin darnos tiempo a preguntar en la entrada y nos cobró el trayecto de ida y vuelta sin hacer el regreso. Para volver tuvimos que pagar el servicio de nuevo, pero gratamente al comentarle lo sucedido al chico que nos llevó, pudimos reclamarle por el engaño al anterior “taxista” devolviéndonos el importe.
Algunos arqueólogos están convencidos de que Cobá es una de las ruinas más grandes de Yukatán, de hecho, se estima que aún tiene más de 5000 puntos con posibles vestigios que permanecen ocultos en la selva.
Y agotados de tanto subir a la cima de las construcciones mayas, nos vamos a estimular nuestro paladar con los sabores de México al restaurante Xaibe, frente a uno de los lagos naturales que rodea la zona arqueológica de Cobá.
Una comida deliciosa. Carnes muy sabrosas con salsas picantes al gusto. Y un refrescante agua de Jamaica, que desde que la probamos no pedimos otra cosa.
Es momento de relajarse y refrescarse en uno de tantos cenotes bonitos que hay en la zona. Elegimos el Gran Cenote. Un lugar espectacular. Aguas frías y cristalinas que se comunican entre varias galerías.
Está preparado al turismo, con taquillas para dejar las pertenencias.
Exótica vegetación entre la que puedes disfrutar de la compañía de pequeñas tortugas, acostumbradas a los focos y miradas indiscretas de los turistas que disfrutan nadando junto a ellas.
Nadar en un cenote es una experiencia única. Muy relajante. Cada uno de ellos tiene algo que lo diferencia de los demás, haciéndolo singular e irrepetible.
Este cenote además tiene la particularidad de tener habilitado en el exterior una zona de césped con hamacas colgadas entre palmeras.
Ahora que conoces más sobre esta joya artesanal, ¿no te apetece tumbarte bajo una una palmera al suave balanceo de una tradicional hamaca mexicana?
Relajados, aunque muy cansados vamos a las Ruinas de Tulum, ciudad amurallada en la costa del Mar Caribe. Es un lugar muy turístico, icónica su imagen del templo maya sobre un acantilado al borde del mar. Sin duda un entorno inigualable.
Tienes dos entradas, una por donde llegan los autobuses, más retirada y otra, más cercana donde apenas hay que andar para cruzar su muralla. Nuestro taxista al vernos agotados, intentó dejarnos lo más cerca posible, lo que es de agradecer.
Tal vez es la ciudad que más se asemeja a nuestro concepto de urbe: calles perfectamente trazadas. Sin duda es de gran belleza el contraste de la edificación maya sobre el acantilado, con vistas privilegiadas al Mar Caribe. Tienes la posibilidad de por unas escalinatas llegar a la playa, para contemplar las ruinas desde la costa.
“No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado para darnos cuenta de cuánto has cambiado tú.