Todavía existen lugares con alma, narradores silenciosos de historias, algunas bonitas, otras tal vez no tanto… pero de esos que te acarician el alma con tan sólo poner el pie en su terreno y contemplar la belleza natural en la que se envuelve.
Un entorno alejado aún de los avances de la civilización, en el que destaca ese olor a campo, a tierra, a pino, a romero, a vid… y el apreciado “sonido del silencio”. La banda sonora, que se intensifica al anochecer, corre a cuenta de las chicharras.
Bodega Balcona
Una bodega familiar, fundada en 1998, se ubica en este privilegiado escenario perteneciente al Valle del Aceniche. Una planicie a 10 km de Bullas (Murcia) situada entre los municipios de Bullas y Cehegín. Una altitud de 850 metros proporciona al terreno un microclima especial, con uno de los niveles más altos de lluvias en Murcia y una alta amplitud térmica entre el día y la noche en el periodo de maduración final de la uva. Sobre este terreno, seleccionan sus mejores uvas para producir caldos con la mínima intervención en bodega. Aspectos que sin duda, aportan a sus vinos unas características particulares muy valoradas.
Para entender la esencia de un lugar es necesario hacer un breve recorrido por su historia:
Josefa, la abuela de la familia, apodada «La Balcona» porque en su casa tenía un balcón, compró en los años 40 la extensión de terreno en la que se ubica la bodega. No sin esfuerzo, pues no corrían tiempos fáciles en la época de la postguerra civil española y más aún, encontrándose viuda y con dos hijos. La bodega se creó con el fin de poder ofrecer vino a sus trabajadores.
Años más tarde, su hija Dolores, casada con Antonio «El Partal», socio fundador de la primera cooperativa de Bullas, prosiguió los pasos iniciados por su madre y fue aumentando la extensión de los viñedos.
Durante esos años la familia al completo, dedica su tiempo al mantenimiento y cuidado. Mientras, las nuevas generaciones de «chiquillos/as» corretean riendo y perdiéndose entre los extensos parajes de tierra y montañas. Felicidad que seguro se ha ido recogiendo e impregnándose en las cepas de esta bodega familiar, humilde, sencilla y cercana.
En 1997 Josep Lluis Pèrez Verdú, «Padre de la vinicultura moderna», propietario de Bodegas Mas Martinet (Priorat), les contagia su filosofía de trabajo y mimo por la vid en elaborar grandes vinos para donde los años fuesen una virtud.
En 2007 estrenan la sala de catas y posteriormente nos deleitan con la que tal vez sea la actividad estrella de la bodega: Las Cenas entre Viñedos, a la luz de la luna llena, celebradas en julio y agosto, en colaboración con los restaurantes de la Ruta del Vino de Bullas.
Noches de Luna Llena
En época previa a las luces eléctricas, los agricultores dependían de la luz de la luna para extender la jornada laboral más allá del atardecer.
En la actualidad, el cuento ha cambiado mucho y en un planeta en el que la contaminación lumínica es generalizada, buscamos esos pocos lugares del planeta aún desconectados de alumbrados artificiales, no para extender la jornada laboral, jajaja, sino para poder disfrutar del misticismo de luz natural que la luna llena aporta en su mayor esplendor, también conocida como superluna.
Éste término es acuñado en 1979 y se usa para describir lo que los astrónomos llamarían una Luna Llena de Perigeo: un espectáculo que podemos contemplar en el momento en que el satélite está en su punto más cercano a la Tierra, a unos 363.3oo km de distancia. En estas noches, la Luna se muestra ante nuestros ojos hasta un 14% más grande y un 30% más brillante.
Aunque carecen de oficialidad, las lunas llenas reciben distintos nombres en múltiples regiones del mundo y en ocasiones esos términos acaban propagándose. La luna de junio se conoce como la luna de fresa, la de julio se conoce como luna de heno o de ciervo y la de agosto, luna llena de grano o de esturión.1
Si esperas ver las perseidas de agosto, que coinciden en fecha, será difícil pues el intenso brillo blanqueará el fondo del cielo y la mayor parte de los meteoros que se funden en la atmósfera, serán imperceptibles. 2022 nos regala 12 días con luna llena, de las cuales, tres de ellas serán superlunas, la primera en junio, la segunda en julio y la última en agosto.
Bodega Balcona celebra este evento astronómico de máxima belleza en fechas coincidentes con la superluna de julio y agosto, poniendo a disposición de todo aquel que lo desee, un privilegiado entorno sin contaminación lumínica entre los viñedos del Valle del Aceniche, en el que maridan sus mejores vinos en el transcurso de una agradable velada, bajo un cielo iluminado exclusivamente por la luz del astro lunar.
Dirigimos el paso por el sendero de tierra que en sentido contrario a la bodega nos conduce a los viñedos. Nos adentramos bastantes metros en el terreno entre la plantación de vides, dislumbrando a los pocos minutos una hilera de velas encendidas que abren paso hacia las mesas de los comensales. ¡Hemos llegado a nuestro destino! Afloran emociones de todos los asistentes, traducidas en gestos de alegría, risas, halagos al lugar… ¡Es tan bonito…!
Nos sentamos, por grupos de reserva, en la mesa de este “restaurante de puertas infinitas y paredes de naturaleza” en el que Restaurante Borrego ha trasladado, para esta velada especial, sus fogones y su buena cocina. La armonía la aportaba una exquisita selección de caldos de la bodega.
Comenzamos con un Mabal Rosé 2021 Eco, que nos acompañó durante el entrante de Marisco Hervido (Cigala, Gamba Roja y Quisquilla) y el Aguacate a la Brasa con Lomo de Salmón. Vino rosado con delicados recuerdos a frutos rojos (fresa) y golosina. 100% Monastrell en viñedos de 40 años.
Continuamos con un Mabal Eco 2021 que marida a la perfección con una Almendra Marcona en Crema con Hueva de Mújol Artesana y el Ceviche de Pescado Blanco y Manzana Roja. Vino blanco con toques afrutados. 100% Macabeo.
Nos seguimos deleitando el paladar con un Mabal Monastrel Eco 2020 para acompañar a un fabuloso Guiso de Callos de Gallo y Gamba Blanca.Vino de tono rojizo y destellos violetas. 100% Monastrell de cepas de 30 años en suelo arcilloso calizo con abundante canto rodado.
La siguiente cata es para un Partal Cepas Viejas Eco 2017 maridado con un Conejo a la Royal, Boniato Ahumado y Frutos Rojos. Vino de color granate con pequeños destellos violetas. 100% Monastrell de cepas viejas.
Seguidamente, para degustar junto a Abanico Ibérico, Parmentier y Padrones, saboreamos 37 Barricas 2006. Vino de un bonito color rojo picota con toques de aceituna negra. 65% Monastrell, 25% Tempranillo y 10% Cabernet Sauvignon.
Por último, ya para el postre, tenemos Partal de Autor 2006 para un Chocolate, Especias y Torrefactos. Vino elegante, con un intenso color granate sobre fondo de picota madura. 50% Monastrell, 25% Sirah, 10% Tempranillo, 10% Cabernet Sauvignon y 5% Merlot.
La decoración de las mesas no puede ser más exquisita. Una apuesta ganadora, sin duda, al blanco y al verde. El blanco de los manteles que esperando a la oscuridad de la noche, aporta claridad y acentúa la suave iluminación de unas minúsculas luces led, que estratégicamente situadas, resaltan los relieves del intenso verde de las hojas de la vid. Una elección muy acertada acorde con el entorno.
Los camareros muy elegantes con corbata, camisa blanca y chaleco negro, aparecen y desaparecen entre los viñedos sin esperarlos, pero adaptándose al ritmo que marca el comensal. Además del riquísimo menú que nos sirven, tienen un saber estar muy profesional, pues nos dan tiempo entre plato y plato para poder disfrutar de una entretenida conversación y para saborear los vinos que nos propone y explica con todo lujo de detalles Pepi, la dueña de la bodega.
Esta noche el cielo no está despejado. Aun así esperamos la aparición de la invitada estrella de la noche: la luna. A ritmo de saxofón, aparece, luchando entre las nubes para buscar protagonismo en el cielo.
¡Ya está aquí nuestra anfitriona! La felicidad es completa y se refleja en cada brindis. En la oscuridad de la noche la poquita luz que del cielo llega a la mesa, junto al destello de las velas y led, tiene un efecto seductor que se refleja en las caras de cada uno de los que en la mesa estamos sentados. Nos brilla la mirada.
Luces y sombras entre viñedos escoltados por la silueta de cumbres montañosas que, a nuestro alrededor, dibujan una silueta perfecta en la oscuridad de la noche. Estamos hechizados por un entorno mágico, una cena deliciosa, unos vinos espectaculares, la mejor compañía posible y un trato fabuloso.
Una de esas noches bonitas, difícil de olvidar.
GRACIAS por hacerla posible.
«Dicen que el Sol ve tu cuerpo, pero sólo la Luna ve tu alma».
1Luna de Fresa: Junio es la época del año en la que las fresas comienzan a madurar. Luna de Ciervo: En julio los agricultores descubrieron que en esa época del año las astas de los ciervos machos se encuentran en plena crecimiento. Luna de Esturión: Procede de los pueblos más indígenas norteamericanos que en el mes de agosto afrontaban la temporada alta de pesca de esturión, por lo que el perigeo se convertía en un aliado para la pesca.