Al llegar a Jorquera, uno ya nota que el paisaje nos va a sorprender. El camino hasta aquí es ya un viaje en sí mismo. Disfrutamos contemplando las aldeas y pueblos que vamos dejando atrás mientras avanzamos hacia nuestro destino: casas “rozando el abismo” en algunos puntos, incrustadas en la roca en otros, y un paisaje salvaje modelado a capricho por el rio Júcar.

Pasamos junto a casas encaladas, calles con nombres de flores y plantas —Rosa, Romero— y escenas de la España más tradicional: una mujer mayor regando sus plantas con una manguera que dibuja arcos en el aire o un anciano en una silla de mimbre bajo la sombra de una parra.

El aroma del campo entra por las ventanillas del coche: tierra seca, hinojo, humedad escondida entre las rocas. El GPS deja de funcionar. No hay cobertura. Avanzamos por intuición, siguiendo las curvas del terreno como si estuviéramos guiados por un viejo mapa o por las estrellas. Y, de alguna manera, eso nos hace sentir que nos acercamos a algo auténtico.
Llegada a XUQ
Un poco de historia y del “alma de cueva”
XUQ Lomas de Ruvira es un alojamiento rural singular que aprovecha antiguas casas-cueva naturales, adaptadas y remodeladas con mucho gusto y creatividad, para ofrecer una experiencia que combina naturaleza, diseño, calma… y cierta dosis de lujo discreto.

Está implantado en un entorno natural protegido: las Hoces del Río Júcar, en La Manchuela, una comarca poblada desde épocas iberas, árabes y romanas, con paisajes labrados por el agua, murallas, iglesias y pueblos que no han cambiado mucho con el paso del tiempo.

Las cuevas que ahora son “Suite”, “Villa” u otras estancias fueron originalmente cuevas naturales históricas, muchas de ellas usadas tradicionalmente para distintos fines rurales: refugio, almacenamiento, hogares, pastos, matanzas tradicionales, etc.

XUQ las ha rehabilitado, conservando su esencia: la piedra, la forma irregular, las chimeneas antiguas en algunas de ellas, los techos de madera originales…

¿Qué encontrarás en XUQ?
- Alojamientos tipo cueva (Cave Suites / Cave Villas): habitaciones o villas excavadas en la roca, con interiores únicos, sin que haya dos iguales. Cada cueva tiene personalidad, diseño e historia propia.
Entrada a Suites - Decoración y diseño cuidado: mezcla de lo natural (piedra, madera) con toques contemporáneos, mobiliario de diseño, detalles decorativos que sorprenden.
Detalle Decoración - Comodidades: jacuzzi privado (en muchas suites), piscina privada en algunas, jardines, terrazas, cocina equipada con lo básico, una cama y un sofá muy confortable…
Jacuzzi Suite Ogof - Ambiente eco‑slow / bioclimático: filosofía de respeto al entorno, adaptación al clima, creando espacios que invitna a desconectar.
- Zonas comunes para relajarse: Landscape Club, espacios ajardinados, camas balinesas, piscina en zona común habilitada en temporada de verano, pasarelas junto al río, etc.
Junto al río - Posibilidad de descubrir los alrededores: el alojamiento te envía 48 horas antes a tu llegada un email con recomendaciones sobre rutas, restaurantes y lugares de interés cercanos, por si decides combinar la estancia de relax, con turismo de aventura o paseo por la zona.

¿Qué no encontrarás en XUQ?
- No encontrarás cobertura y aunque el hotel te da las claves para tener acceso a Wifi el momento es perfecto para aprovechar la ocasión y desconectar de notificaciones que interrumpan tu atención.
- No encontrarás restaurante, ni supermercado. El pueblo más cercano se ubica a 20-30 minutos. Es aconsejable, por tanto, llevar todo lo que vayas a consumir y a necesitar. Sobre todo, no olvides el repelente de mosquitos (nosotros no llevábamos y hemos vuelto acribillados).


Suites
Suite Ogof. Donde lo antiguo aporta personalidad a lo nuevo
Elegir la suite o villa puede que no resulte tarea sencilla. Hay una gran variedad y todas tienen encanto y personalidad propia.

Aunque las suites más recientes, también mantienen la esencia del lugar, con una arquitectura más amplia, confort moderno, grandes ventanales, diseño, y espacios exteriores generosos…, nosotros íbamos en busca de sentir parte de la historia más auténtica y por tanto más ancestral de la roca. Por lo que elegimos la Suite OGOF, una de las más antiguas, junto a la Suite THA y GUHA.

Es muy acogedora, tiene unos 60 m² divididos en dos plantas: salón con chimenea, cocina abierta, zona de comedor en la oquedad de la montaña, dormitorio en la planta superior, terraza privada con barbacoa. Además, un jacuzzi privado integrado en la roca, tallado por la naturaleza.

Nuestra Experiencia
Primeras impresiones
Antes de entrar a nuestra suite, nos invade la curiosidad. Recorremos las zonas comunes con una mezcla de prisa y entusiasmo, esa sensación que te arrastra cuando estás ante algo novedoso, como quien espera encontrar un tesoro escondido.

Y lo encontramos: terrazas con camas balinesas, pequeños senderos que se abren entre bambús, zonas de descanso bajo árboles frondosos, pasarelas de madera y estanques con nenúfares que parecen salidos de un cuento japonés. Todo está pensado para estimular los sentidos y disfrutar del contacto con la naturaleza.

Poco a poco, esa prisa inicial se va disolviendo. El lugar te enseña a parar. A escuchar. A mirar sin buscar. A estar.

Un día en OGOF. Rituales lentos para días tranquilos
Los días en Ogof, para nosotros, tienen algo de ceremonia: Nos despertamos temprano, con los primeros rayos de luz que asoman tímidos por los resquicios de la cueva. No hace falta despertador; la naturaleza marca el ritmo.

Nos traen el desayuno, puntualmente, a la hora que pedimos: zumo, café, bizcocho, cruasán- o napolitana-, pan caliente, tomate triturado, embutidos, algo de fruta… Lo tomamos en la terraza, con vistas al paisaje quebrado de las hoces del Júcar. El silencio solo se interrumpe por el canto de los pájaros o el sonido suave del agua fluyendo cerca.

Después, el tiempo es para los libros. Me sumerjo en “La saga de los longevos”, una obra que cobra un nuevo sentido aquí, entre rocas milenarias y cuevas que parecen guardar sus propios secretos de eternidad.

Cuando el apetito despierta, preparamos el aperitivo en la terraza o un picnic en las zonas landscape, exclusivas para los huéspedes. Buscamos un lugar en el que sentarnos sobre el césped, rodeados de altos bambús.

A pocos metros, un lago salpicado de nenúfares. Comemos descalzos, con las piernas cruzadas, con la tranquilidad de quien no tiene ningún otro lugar donde estar.


La tarde la dedicamos al descanso en la habitación: una siesta breve, una ducha refrescante, un té caliente… Y luego, una caminata suave por los alrededores, sin rumbo fijo.

Encontramos puntos desde donde contemplar el río, casas-cueva incrustadas en la roca sin remodelar, árboles retorcidos por el viento, pequeños milagros cotidianos…

La noche bajo la roca
La cena es el momento que tal vez más esperábamos desde que elegimos esta suite.

La mesa bajo la roca, junto al jacuzzi privado excavado en la piedra, se convierte en “nuestro lugar”. Aquí cenamos a la luz tenue de las velas en una combinación perfecta: piedra, fuego, agua, silencio y compañía.

Tras la cena, un baño relajante en el jacuzzi.

Me viene ese deseo de querer parar el tiempo. Pero entonces, empiezo a comprenderlo: no necesito que el tiempo se detenga… solo quiero sentir que vale la pena mientras pasa, sintiendo esa pausa interior, esa calma, esa paz, ese rendirse a que todo fluya sin oponer resistencia alguna a ello.
Atrapados en el Tiempo
Nos dormimos con esa mezcla de cansancio y gratitud profunda. Y al despertar, me descubro esperando lo mismo. Otro día igual. Otro desayuno con vistas. Otro picnic junto al lago. Otro baño. Otra cena bajo la roca. Otra oportunidad de sentir que vivir puede ser, a veces, tan simple como eso.

Conclusión. ¿Y si el lujo fuera esto?
Dormir en una cueva centenaria, desayunar frente a los grandes cañoñes fluviales del río Jucar, comer entre cañas de bambú junto a un estanque de nenúfares, bañarse en un jacuzzi dentro de una roca…

Todo eso suena a experiencia de lujo. Pero en realidad, el verdadero lujo fue tener tiempo para sentir. Tiempo para leer, para comer despacio, para observar, para conversar, para escuchar el silencio, para estar juntos, o simplemente para estar en uno mismo. Sin prisa.

XUQ ha sido un lugar donde no hicimos nada extraordinario… y sin embargo, todo fue especial. Donde aprendí a aceptar que el tiempo siga corriendo… para disfrutarlo. Y tal vez ese paso del tiempo nos lleve en un futuro de vuelta aquí, a la misma cueva, o tal vez a otra diferente pero, sin duda, con la misma esencia.

Como siempre…ESPECTACULAR!!!!
Muchísimas Gracias!!😜