En pleno corazón de la Ribera del Duero, donde las colinas se visten de viñedos y el río marca con sus meandros el pulso del paisaje, se alza la Abadía Retuerta, un enclave donde la historia, el vino y la hospitalidad de lujo se entrelazan de manera natural. Un viaje en el tiempo, un refugio para los sentidos y un homenaje vivo a los amantes de la viña.

Abadía Retuerta: Orígenes
La historia de Abadía Retuerta comienza en el siglo XII, en un contexto marcado por la repoblación de las riberas del Duero tras el retroceso musulmán. Hacia el año 1146, el conde Sancho García impulsó la fundación de varios monasterios en la comarca vallisoletana, entre ellos Nuestra Señora de la Armedilla, Santa María de Valbuena y Santa María de Retuerta.

Esta última, origen de la actual abadía, recibió desde sus inicios una generosa donación de tierras y viñas, tal y como atestiguan las inscripciones conservadas en la iglesia monástica. El topónimo “Retuerta” hace referencia al meandro o curva que forma el río a su paso por esta parte del valle, en la actual provincia de Valladolid.

La comunidad que la habitó pertenecía a la orden premonstratense, una rama reformista de los canónigos regulares de San Agustín fundada por San Norberto de Xanten en Prémontré (Francia). La abadía se construyó bajo la protección de Doña Mayor, hija del conde Pedro Ansúrez, señor de Valladolid.

El conjunto monástico, levantado en estilo románico tardío, integraba iglesia, claustro, sala capitular, refectorio y celdas, siguiendo el modelo cluniacense pero con la sobriedad cisterciense. Desde el inicio se convirtió en un centro espiritual, agrícola y cultural de gran relevancia en Castilla la Vieja.

Esplendor y auge vinícola
Durante los siglos XIII y XIV, Retuerta vivió una etapa de esplendor. Sus fértiles tierras producían cereal, ganado y, de forma muy destacada, vino. Documentos del siglo XVI ya señalan la importancia del cultivo de viñas en Quintanilla, con una producción de 80.000 cántaros de vino blanco (más de un millón de litros) que, con el tiempo, dio paso a variedades tintas.
En el siglo XVII, nuevas referencias documentales demuestran el prestigio alcanzado por los vinos de la abadía, que llegaron a dominar el mercado de Valladolid, la ciudad castellana más importante de la época. Los monjes premonstratenses abastecían incluso a otros monasterios con decenas de miles de litros anuales, consolidando así la reputación vinícola de Retuerta en la región.

Decadencia y abandono
Como tantos monasterios españoles, Abadía Retuerta sufrió los efectos de la Desamortización de Mendizábal en 1835. Sus bienes fueron confiscados, los canónigos expulsados y el complejo pasó a manos privadas. Durante el siglo XIX y buena parte del XX, la finca se destinó a labores agrícolas, con un progresivo abandono del viñedo.

La llegada de la filoxera y las políticas agrarias que favorecían el cereal aceleraron la decadencia, hasta el punto de que a finales de los años 60 se arrancaron la mayoría de las cepas. En la década de 1980, apenas quedaban vestigios de la tradición vinícola que había marcado la historia del lugar durante ocho siglos.

El renacer de Abadía Retuerta
El punto de inflexión llegó en 1988, cuando la compañía Sandoz adquirió la finca y vislumbró su potencial vitivinícola e histórico. En 1994 se incorporó al proyecto el prestigioso enólogo Pascal Delbeck (procedente de Château Ausone y Belair), quien diseñó la actual bodega, inaugurada en 1996.

Ese mismo año se unió al equipo Ángel Anocíbar, actual director técnico, que ha liderado la recuperación de los viñedos con una apuesta firme por la calidad y la innovación.

Paralelamente, la abadía fue restaurada por un equipo de historiadores, arquitectos y artesanos especializados en patrimonio. La iglesia románica, el claustro y los frescos medievales fueron cuidadosamente recuperados, devolviendo al conjunto su dignidad monumental. En 2013 se le otorga el reconocimiento y Premio al Patrimonio Cultural de la Unión Europea «Europa Nostra».

Abadía Retuerta: Consolidación
En 2012, la antigua abadía abrió sus puertas como Abadía Retuerta LeDomaine, un hotel de lujo que combina la sobriedad monástica con el confort contemporáneo. Las celdas se transformaron en suites, el refectorio en un restaurante galardonado con estrella Michelin, y la antigua botica en un SPA de vinoterapia. Todo ello sin perder de vista el legado espiritual y cultural de sus orígenes.

La bodega, por su parte, se ha consolidado como una de las más prestigiosas de España. Su mosaico de suelos —arcillosos, calizos, arenosos y pedregosos— y la influencia del río Duero configuran un terroir excepcional para variedades como la tempranillo, syrah o cabernet sauvignon. Vinos como el Selección Especial o sus famosos Pagos han recibido reconocimiento internacional, situando a Abadía Retuerta en la élite enológica.

Denominación de Origen Protegida Abadía Retuerta
El esfuerzo de décadas por recuperar un viñedo histórico obtuvo su recompensa en mayo de 2022, cuando la Comisión Europea reconoció a Abadía Retuerta con su propia Denominación de Origen Protegida (DOP).

Este sello certifica la calidad de sus vinos y su arraigo territorial, sustentado en una tradición de más de ocho siglos, en prácticas agrícolas sostenibles y en la capacidad de adaptación al cambio climático. Se trata de una de las pocas bodegas en España que cuentan con DOP propia, lo que refuerza su singularidad dentro del mapa vinícola nacional.
